18 de julio de 2016

Dia de playa

Hoy toca pasar unas horas en la playa para cargar un poco las batería, y aprovechar para coger algo de color que a estas alturas del verano aun parezco un turista. Esta vez solo iremos dos a la playa y decidimos ir a una que está a unos 8 km, lo que son 10 minutos, a la cual  yo iba de pequeño, es muy tranquila y no habrá problema para dejar el coche aparcado a la sombra. Una vez en el destino pasamos por el restaurante mas cercano al arenal para reservar una mesa para comer al mediodía, contando que son ya las 12 de la mañana, tampoco hay que madrugar en día de descanso, encargamos para la 3. Al cabo de una hora de sol y baño decidimos irnos a tomar un vermut, no nos de una insolación el primer día, a la media hora volvimos al arenal, pero como ya quemaba un poco la arena decidimos irnos ya para el restaurante, tomaremos el sol en la terraza que esa no quema los pies. Comimos algo ligero y de postre me tome un polo de limón, ahora llamados "pata palo", cerré un momento los ojos y saboreé mi helado disfrutando como un niño pequeño. Serian las 8 de la mañana cuando me despertó el ruido en la cocina, me levante y eché un vistazo desde la puerta de mi habitación, la cocina parecía un campo de batalla, conté por lo menos a cinco personas, cada una estaba a una tarea, el desayuno por un lado, la tortilla por otro, en la mesa la ensaladilla, los filetes empanados ya estaban en la sartén y la fruta salía de la nevera directamente a la nevera portátil, no hay duda hoy es día de playa. Volví deprisa para mi cuarto para doblar la toalla y ponerme el bañador, eso es todo lo que necesito. Al cabo de una hora, mas o menos ya estábamos todos listos en el portal, quien nos viera hoy le pareceríamos sacados de una película de Tarzan, por supuesto los porteadores de bultos, no los monos, pero en los años 70 esta imagen era de lo mas normal. Del portal a la parada del bus de línea unos 15 minutos, esperar a que venga uno donde entremos todos, ya que somos unos trece, 20 minutos, viaje a la playa con paradas incluidas 35 minutos, camino desde la parada al arenal 10 minutos, los porteadores ya empiezan a quejarse, después de 80 minutos tomamos la playa oficialmente clavando el soporte de la sombrilla. Aún no me había sacado del todo la camiseta cuando ya estaba untado de nívea, venimos a morenear y en nada ya estoy mas pálido que cuando salí de casa, las mayores como si fueran una ensalada ya comenzaban con los aceites y las cosas con zanahoria, ellos a pelo descubierto, a ver quien acaba mas rojo al terminar el día. Paso la mañana entre juegos y baños, y ya sobre las 3 comienza el reparto del rancho, por cierto que sobre la una se había levantado una pequeña brisa que venia muy bien para lo del calor, pero que no viene nada bien con la ensaladilla, y no te digo con los empanados. Puedo decir que durante esa etapa de mi vida un par de kilos de la arena de esa playa han pasado por mi estomago, espero que por esta confesión el departamento de costas no me pase un impuesto por trafico de arenal. Llega la hora de la digestión y de mas calor, quemaba tanto la arena que estábamos todos en un metro cuadrado, ni dios se movía de encima de las toallas, he llegado a ver gente tirándolas al arenal una tras otra para hacer un camino hasta el chiringuito. Pero había algo que quemaba mas que la arena, el aburrimiento, por eso pies para que os quiero, a correr se a dicho, que tampoco quema tanto, y para la orilla que si el agua no te llega al ombligo no hay corte, o eso decían. Ya es media tarde y toca sesión de fruta y premio, como no podía ser menos el premio era un helado de esos de palo, mi preferido era el de limón. Le quite el envoltorio mordí un trozo y cerré los ojos un momento disfrute de aquel manjar como niño que era. Note una mano en mi hombro y abrí los ojos, ¿en que piensas? me pregunta mi acompañante, en cuando la arena no me quemaba tanto, contesté.


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