4 de septiembre de 2016

Planta 25


Crisis, posiblemente esta sea la palabra más usada en los últimos años. Desde hace algún tiempo el término crisis es la cuartada perfecta para todo tipo de comportamiento en el ser humano. Por ella se dejó de amar, sonreír, tener salud, perdida de amistades, en resumen, de vivir como estábamos acostumbrados. Pero dejare el mundo de la crisis en general y os contare algo del ámbito laboral.
No hace mucho cuando en la empresa todo iba más o menos bien, incluso tenía alguna amistad, cosa que al día de hoy sería imposible, pero continuemos, vivíamos como se dice, en paz y harmonía, pero apareció ella. De un día para otro y casi darnos cuenta, el mal ambiente se hizo fuerte en la obra, sin saber muy bien cómo, todos pasamos a ser objetivo de caza de los encargados, esos seres que pasaron a dar órdenes sin pensar en los demás, solo en ellos y en  la empresa, siempre decían que no tenían tiempo para pensar en todo. Pasaban los días sin saber cuándo tú serias el siguiente en subirte al tren del desempleo, las luchas de peloteo se hicieron comunes a la hora de la comida, como si del cine se tratara “solo puede quedar uno”.  Al principio expresiones como: “aquí eres un número más” “la empresa pierde dinero contigo” “50 tienes detrás de ti que quieren tu puesto”, te llegaban a molestar, pero con el tiempo hasta puedo decir que, muy a mi pesar, te acostumbras a todo, incluso a esas lindezas. Fueron pasando los meses y las cosas no fueron a mejor, pero tampoco a peor, aunque también puede ser que a mi cada día todo me daba igual, hasta el punto que casi me subo al tren yo voluntariamente. Pero una mañana después de una reunión sorpresa en la caseta del encargado, mi mente salió del standby, en el que había estado esta última temporada, para ponerse a funcionar a pleno rendimiento. Y la verdad necesitaba que así fuera ya que solo tenía una semana para pensar en algo que fuera definitivo, hay en campos que no basta con decirlo, también tienes que demostrar que tú eres un profesional. Recordé que cuando de joven tenía que buscar inspiración para salir de algún lio, solía dar largos paseos por la orilla del mar, y eso hice. Cuando llegue a la costa, que por cierto está a cinco minutos de mi casa, y aun así hacía tiempo que no visitaba, vi que lo de pasear tranquilo iba a ser un poco complicado debido a la cantidad de gente que me encontré paseando, el paseo del colesterol estaba en pleno funcionamiento, no tengo dudas de que la crisis algo tendrá que ver también con esto, de momento el pasear es gratis. Me vuelvo para mi casa convencido de  que el paseo de la brainstorming  lo tengo que realizar a las horas que la gente suele dormir, paseare de madrugada, a esa hora donde los del colesterol soñamos con panceta y donuts. Ni el primer, ni el segundo paseo de nocturno dieron sus frutos, el tercero día me pillo la madrugada y  no me convenció del todo, pero el cuarto fue redondo, joder que bueno soy, ahora solo falta que todo sea igual a ese amanecer. Tuve que esperar más de lo deseado, pero al final llego ese día, todos los informativos de la televisión y varias páginas de internet me confirmaban que la mañana del día siguiente sería la más adecuada para mi reunión con mi superior, y así quede con él por wasap, nos veremos a primera hora en la panta 25 de la obra. La niebla de esa mañana nos daría a los dos algo que necesitamos, a mí la tranquilidad, ya que sufro de vértigo, y a él, tiempo para pensar, 5 segundos, más o menos son los que tendrá antes de tocar suelo.


 

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