Relato publicado por el periódico "La Voz De Galicia" en agosto del 2014 dentro de la "15ª edición Relatos de Verán"
Aunque
algunos me lo discuten, para mi esta es la mejor hora para pasear por esta
playa, no se me ocurre nada parecido a la sensación de caminar sobre esta arena
blanca. Pero últimamente me estoy encontrando con mas, y más obstáculos, ayer
fue un pañal, el otro día unas latas de algo, hace días algo que parecido a un
sofá, y raro es el día que diez o quince botellas, todo esto pone muy peligroso
el paseo a esta hora de la noche. Hace unos días un compañero se cortó y desde
entonces va a caminar por la zona de la torre, la zona está bastante bien pero
para mí le faltan dos cosas: una es poder ver el reflejo de la bola del cielo
en el mar (si, es verdad que por la torre también se puede ver, pero es más
peligroso por el tema de las rocas) y la más importante poder ir por la orilla
esquivando las olas y ser el primero en dejar sus huellas en la arena mojada.
Qué pena que la otra noche nadie me viese, intenté caminar hacia atrás, quería que coincidieran la huellas
como si escapara de la escena de un crimen ¿por dónde salió? se preguntarían,
si solo hay huellas en un sentido, bueno y la huella del culo, porque la culada
que me di fue buena, es verdad que me dolió un poco, pero me hizo sentir más
joven que nunca.
Ya se está haciendo de día y creo que me tengo que ir, ya viene el tipo de la máquina amarilla.
- que sí, que ya me voy, deja de dar golpecitos a tu muñeca, ya tenias que saber que los perros no llevamos reloj.
Con que estrés trabajan algunos, me voy pero mañana volveré a ser el primero en dejar huellas.
Ya se está haciendo de día y creo que me tengo que ir, ya viene el tipo de la máquina amarilla.
- que sí, que ya me voy, deja de dar golpecitos a tu muñeca, ya tenias que saber que los perros no llevamos reloj.
Con que estrés trabajan algunos, me voy pero mañana volveré a ser el primero en dejar huellas.
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