22 de marzo de 2015

Una tarde en el campo

Aunque llevaba la ayuda del navegador, tarde unos veinte minutos en encontrarlo, parecía como escondido apropósito, alguien se había molestado mucho en esconderlo lo mas posible. Después de dar varias vuelta por calles que parecía que no llevaban a ningún sitio lo encontré, lo que alguien no quería que viera ya estaba frente a mis ojos, había llegado al campo. Seguía haciendo mucho frió, pero por lo menos ya no nevaba, aunque eran muy pocas zonas se veía la tierra, todo estaba con un manto blanco de unos 10cm de espesor, pero eso en esos momentos no me importo, llevaba demasiado tiempo deseando estar en un sitio así. Nada mas bajar del coche vi como una casa en un árbol, me pareció curioso pero no le di mas importancia, pero según me iba acercado a ella me pareció la cosa mas siniestra que había visto nunca, no era una casa normal, era una torre de vigilancia, que en toda mi visita no deje de verla, daba igual por donde estuvieras, ella siempre estaba allí vigilante. Pase por un camino con un gran muro a un lado, de este colgaban fotos de imágenes de la vida en el campo, me llamo la atención una foto de una boda, no por el hecho, sino por que todos vestían la misma ropa, tanto los novios como los invitados. Antes de seguir adentrándome decidí pasar por una pequeña oficina de información, allí me hice con un plano del campo, no quería perderme nada, salí y me dirigí a la entrada oficial. Ya desde lejos podía leer las letras de la puerta, pero solo cuando las toque con mis manos note como un nudo en la garganta, no fui capaz de leerlas en voz alta, "ARBEIT MACHT FREI" las había visto tantas veces en libros que pensé que no me iban a impresionar, me equivoque. Lo primero que me llamo la atención nada mas entra fue el silencio, aunque debía de haber unas 200 personas visitando el campo, el silencio era casi total, solo de vez en cuando se oía el graznido de unos cuervos, eso hacia que ese lugar fuera mas siniestro todavía. Lo primero que ves nada mas entrar es el patio de recuento, pero lo que me llamo atención fueron las alambradas que rodeaban el campo, no eran de gran altura, pero para llegar a ellas había que pisar un trozo de tierra, que como decía un letrero no era terreno normal "peligro minas", todo esto bajo la atenta mirada de la torre de vigilancia. Después del patio, agradecí meterme en un barracón, el frío fuera ya empezaba a pasarme factura en las manos y los pies, una vez dentro comprobé que era un barracón dormitorio, y creerme si os digo que a los pocos minutos sentí que tenia mas frío dentro que en el patio. Salí y me fui a otra zona del campo, al rato me encontré en una sala que era usada para los interrogatorios, fue tocar dos de aquellos bancos de tortura y el nudo de la garganta se bajo al estomago, tuve que salir de allí. Decidí descansar un poco el cuerpo, me fui a visitar el monumento a las tropas que liberaron aquel infierno, pero comenzaba a nevar y el frío era ya insoportable y me metí en una nave que había cerca, la verdad es que entre con tanta prisa que no leí lo que ponía en la puerta. La misma prisa con la que yo entre, salía una pareja de avanzada edad, hasta he de decir que me molesto un poco el golpe que me dio la señora con el bolso, sin querer por supuesto, pero una vez que me vi frente a los hornos lo entendí. Fue mirarlos unos segundos y todo se me nublo, yo sin conocer a nadie que hubiese pasado por un sitio así, comencé a llorar como un niño pequeño. Salí de allí casi con la misma prisa con la que entre y una vez fuera vi el letrero "CREMATORIO", la visita ya no fue igual desde aquel momento. Ya con el cuerpo desencajado me dirigí a un barracón habilitado tipo museo, allí pude ver mas fotos de presos, así como objetos personales, y como no, como si fuera la estrella de la exposición, en una vitrina en el centro el famoso Pijama de rayas, no se puede tocar físicamente, pero todos los que estábamos en aquella sala hicimos el mismo gesto, apoyamos la palma de la mano sobre el cristas y bajamos la cabeza, no era algo obligatorio pero me imagino que era en señal de respeto, por lo menos yo lo sentí así. No ocurría lo mismo con un traje de un soldado, el uniforme nazi daba miedo incluso sin una persona que lo vistiera. Ya fuera me dirigí hacia la salida, volví a pasar por el patio que ahora ya no tenia ningún trozo de tierra a la vista, aun seguía nevando, recordé algo que leí dentro del museo, "los internos podían pasarse horas en el patio sin moverse, tanto en verano como en invierno". Ya fuera del campo me di la vuelta para dar el ultimo vistazo a la entrada y me fije en algo que no vi al entrar, encima de la puerta había un reloj que sus agujas marcaban las 11:08, hora a la que se libero el campo de concentración. Cojo mi coche y salgo muy lentamente de aquel lugar, quería comprobar a que distancia dejaba de ver la maldita torre por los retrovisores.


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