Llegó la hora de comer algo y al grupo nos entra el dilema de elegir donde pueden darnos la mejor comida hoy. De los cuatro que éramos dos sugirieron comida prefabricada, y los otros dos comida casera, pero en la ciudad es bastante complicado localizar un sitio donde la tortilla sepa a tortilla, por lo que decidimos lo fácil, un plato de algo caliente para el estomago y listo. Pero en esto se nos unió Fernando que casualmente conocía un sitio donde la comida pasaba de la categoría de alimento a manjar, incluso decía que la sopa llevaba algo mas que fideos baratos. Así nos lo vendió: "Hace unos años comí en este sitio, la cocinera era una señora mayor que tenia una mano en la cocina que te hacia recordar a las fiestas en el pueblo, yo casi lloro con un flan. Lo único malo es que queda a unos 30km de aquí, pero os aseguro que vale mucho la pena". Los cuatro compramos esa maravilla, hoy comeremos bien después de tres días de hamburguesas y nuggets. Ya en el coche de camino al sitio, nos fue abriendo boca con lo ultimo que comió en ese sitio: caldo de cocido de primero y costilla asada de segundo, huesos de la costilla que chupó como un naufrago con dos meses sin comer carne, después el famoso flan que casi lo hace llorar y un café solo con gotas para rebajar la cafeína. También nos dijo que el pan también era casero, y ya con eso uno de nosotros casi se ahoga con su propia saliva. Llegamos al sitio y, la verdad, porque Fernando insiste pero yo jamás hubiese entrado en un sitio así. El camuflaje para la gente que no conocía el lugar era perfecto, pero todo sea por el famoso flan. Una vez dentro no se veía mucha gente por lo que tuvimos la suerte de podernos sentar en la misma mesa donde había estado Fernando en su día, digo en la misma porque por aquel local hacia mucho que no pasaba el tiempo, parecía un local de los años 70. Ya sentados y después de preguntar si la señora llevaba a un los mandos de la cocina, y habernos confirmado el camarero que así era y que esta mas jovial que nunca, decidimos pedir. De primero pedimos sopa, esperando que no fuera aun la que tomo Fernando hace años, de segundo estofado de carne, plato recomendado por la cocina, de beber vino de la casa, vino de ese que corre el rumor que muchas tiendas de ropa lo usan para teñir prendas y que tiene una duración de 15 lavados antes de perder color, y agua que uno tiene que conducir. Llego el momento de la sopa y diré que era una locura lo buena que estaba y mas aun con el día algo frio que estaba, yo repetí dos veces y porque me dio vergüenza hacerlo una tercera. Luego la carne, pido perdón por la expresión pero estaba de puta madre, que cosa mas buena justo en su punto de dureza, y que decir de las patatas, parecían de mantequilla. Cuando de repente Fernando se puso a gritar: "Que coño es esto, una muela en mi plato, a la puta vieja se le caen las muelas en la comida, la vieja seguro que esta muerta y el fósil pierde cachos, tenían que haberla incinerado, que tengo a media vieja en el plato. ¿Y la carne? ¿No será de ella también?". El camarero ya no sabia que decir para calmarlo y desde hacia un rato parecía que lo habían duchado con ese vino rojo de la casa. Aparte de las disculpa nos dio la opción de reclamar y por supuesto estábamos invitados a la supuesta, según Fernando, nueva matanza de Texas. Decidimos irnos lo antes posible y una vez en el coche listos para arrancar, notamos que Fernando no paraba de mover la lengua dentro de la boca, ¿Qué te pasa? preguntamos, os vais a reír, contesto, me falta la funda de una muela. Conclusión: adiós flan.
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